"Los sanitarios a veces piensan que van a claudicar"

M.Rodríguez
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Muñoz forma parte del equipo del servicio de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Río Hortega que ha elaborado una guía para ayudar a los sanitarios a superar el sufrimiento psíquico de la crisis del Covid-19, en la que han colaborado 8 artista

"Los sanitarios a veces piensan que van a claudicar" - Foto: Wellinton Do Santos

Los profesionales sanitarios acumulan, por el sobreesfuerzo que les está exigiendo esta crisis sanitaria, una gran sobrecarga emocional. Y ante este diagnóstico, que puede derivar en problemas de salud e incluso bajas, un equipo de profesionales del Psiquiatría y Salud Mental del Río Hortega, coordinado por Irene Muñoz, ha elaborado una guía para ayudarles a gestionar sus emociones.


¿Cómo vive el personal sanitario esta situación de emergencia?
Están pasando por diferentes fases. Al inicio, en su gran mayoría, se escinden o disocian completamente del plano emocional. Ese se llama colocarse en ‘mente racional’ y, de alguna manera, es muy útil porque potencia el rendimiento. Pero llega un momento, que si se prolonga y la persona no escucha sus emociones y su propio cuerpo, aparece el agotamiento emocional. Y parece que ahora es cuando estamos empezando a entrar en esa fase.


¿Y la guía les ayudará a ver que necesitan ayuda?
Sí. Ante esta situación, y a partir de artículos ya publicados por profesionales en China, decidimos hacer esta guía para poder ayudar a autogestionar las emociones de los profesionales y también facilitarles ayuda. Les ofrecemos un correo electrónico para poder derivarles a nuestro servicio y ayudarles.


¿Están recibiendo ya muchas peticiones de ayuda de compañeros?
Costó al inicio, pero ahora mismo sí. Se están ofertando diferentes servicios. Hay gente que prefiere consulta presencial y otros, por horarios, se decantan por la videollamada o la llamada telefónica, pero también se está gestionando hacer grupos de cinco pacientes. Además, hay una psicóloga que va a prestar ayuda con grupos de mindfulness.


¿Por qué les cuesta pedir ayuda? ¿Son pacientes complejos?
No es que les cueste pedir ayuda, lo que les cuesta es reconocer que la necesitan. En muchos casos, lo que van experimentando no les ver que tiene que ver con el propio desgaste emocional. Esto lo advertimos en la guía. Por ejemplo, les cuesta mucho focalizar la atención o se estresan porque quieren hacer muchas cosas, abarcar mucho, y ven que no llegan. También les resulta difícil pararse y escuchar sus propias emociones porque a veces eso se confunde con debilidad. Y precisamente les estamos enseñando que no existe la debilidad sino que existe más bien la habilidad. Y otras ocasiones les cuesta reconocer sus propias emociones negativas.

 

¿Esos miedos y el cansancio emocional pueden llegar a bloquearles?
De momento, eso no lo he visto. Algunos sí que vienen con la idea de la gestión emocional, pero otros vienen ya con una sensación de van a claudicar en poco tiempo. Lo que más miedo les da es abandonar su obligación sanitaria y dejar de ayudar. Y eso es lo que les lleva a cuidarse antes que el propio hecho de cuidarse por cuidarse. 

 

¿Hay más implicación emocional ahora por la situación tan extrema? ¿Eso es un riesgo para ellos? 
En mayor o menor medida, casi todos utilizamos el instrumento de la empatía para comunicarnos con el paciente. Cuanta más empatía más conexión hay con el enfermo y más nos aseguramos poder ayudarle. Pero en este tipo de situaciones esto ayuda a que aparezca la ‘fatiga por compasión’, que se da cuando se absorbe mucho sufrimiento. Y eso te agota psíquicamente. En este momento, los que están en primera línea están en esa situación y si no saben gestionar las emociones tienen un alto riesgo de desgaste psíquico.

 

¿Qué es lo que más les preocupa, además de ese agotamiento?
En lo laboral hay una gran preocupación: el no llegar a todo. He oído muchas frases del tipo: «Madre mía, qué pequeño me siento ante esta situación», «Espero poder estar pudiendo ayudar en algo», «A veces pienso que hago todo y aún así no estoy llegando donde quiero llegar» o «Digo yo que se podrá hacer algo más de lo que estamos haciendo». Y están haciendo mucho, lo que pasa es que como la situación es excepcional por mucho que hagan siempre queda por hacer. Y los sanitarios que están en dispositivos de alta letalidad están viviendo continuamente muertes. Y ahí una gran atribución de la responsabilidad y una gran culpa.

 

¿Y en el plano personal?
Ahí les preocupa el contagio a los familiares cercanos.

 

¿Tienen miedo a su propia muerte?
No lo sé. Igual que no hay un tiempo de escucha de uno mismo, sus emociones, creo que tampoco lo hay para pensar en eso. Están más en salvar otras vidas, no infectar o poder ayudar en lo que se pueda. 

 

¿El confinamiento agudiza la tensión que viven en el trabajo?
El problema es la situación disociada. Llegan a casa en un estado de hiperactividad y a algunos les está costando comunicarse. En un momento determinado, sin querer, la mejor válvula de escape es no contar nada, pensar en pasar a otra escena y relajarse, pero mientras no gestionemos esas emociones se pueden producir situaciones de tensión. El hecho de estar encerrados hace que sea difícil comunicarse.

 

¿Se darán muchos casos de estrés postraumático?
Se prevé que vaya a haber algún caso, que algunos puedan revivir parte de las escenas y que vuelvan a experimentar esta tormenta adrenérgica provocada por la tensión emocional. Tampoco sabemos hasta qué magnitud. Hay traumas que no los son a nivel psíquico hasta que la persona no se ve influida por él. Hay quien gestiona bien estas situaciones, pero hay otros que un pequeño acontecimiento les supone un trauma. La guía surge para ofrecerles ayuda y prevenir el estrés postraumático posterior. 

 

¿Qué plus aportan las ilustraciones de los artistas locales?
Son fundamentales. Nos parecía que podía funcionar y en el resultado es un hecho. Al principio, cuando todo esto estalló, la gente estaba ávida de información, pero ahora estamos saturados. Los sanitarios debemos leer protocolos a aplicar en el hospital porque la situación cambia constantemente. Y darles a leer más cosas era un esfuerzo que iba a acabar en fracaso. Por eso apostamos por lo visual. La guía capta la atención e incita a leerla. 

 

¿Se van a elaborar más guías?
Sí. La idea es que haya esa combinación de lenguaje escrito y visual en todas. Es importante esa parte visual de los ilustradores locales por su sensibilidad, ya que están en contacto con la comunidad, son cercanos y así llega más. Vamos a hacer varias guías: para el cuidado de las personas que están en cuarentena, para familiares de los contagiados y, también, se ilustrará una guía específica para ayudar a los padres con los niños, que no saben cómo traducir nuestro lenguaje adulto al lenguaje más simbólico de los niños.

 

¿Cómo se puede gestionar el miedo y la incertidumbre?
La incertidumbre se aprende a tolerar. Todos nos hemos acostumbrando, aunque no lo sepamos, y nos estamos adaptado. El miedo es diferente porque es una emoción adaptativa. En principio, es algo bueno porque te hace defenderte de lo que hay que defenderse y generar una situación de hiperalerta que permite funcionar más rápido y más eficientemente. El problema del miedo es que si sus ‘input’ no se gestionan bien pueden llegar a bloquearte. 

 

¿Y qué debemos hacer?
Lo mejor es la comunicación entre compañeros, sentir que esta situación es compartida. Aquí funciona bien el mecanismo de la resonancia, lo que te llega de otros y te hace sentir que su experiencia es compartida, y el de reflejamiento, que es sentir en los demás cosas que a ti también te pasan. Si se aprende a manejar bien estos dos mecanismos se logrará tener una buena comunicación y compartir cosas. También es importante la adaptación a la escucha, hay que adaptarse a uno mismo y a las demás personas. Hay quienes necesitan hablar y desahogarse, mientras otras solo necesitan compañía, pero en silencio. Y en la vida familiar es importante compartir gestos de cariño, actividades de ocio. Además, está el tema de la perspectiva, hay que ver que no es una situación habitual sino que forma parte de algo donde nadie sabía lo qué iba a pasar y donde estamos todos trabajando para dilucidar cómo gestionarlo. Y en esa perspectiva hay una gran valoración por parte de la población de los profesionales más expuestos.

 

¿Los aplausos de todas las tardes es un refuerzo emocional?
Sí. Evidentemente no trabajamos para que nos aplaudan, pero ayuda.

 

¿Cómo se puede gestionar el duelo de no poder despedirse de los seres queridos?
Eso es un gran problema. Y para eso estamos trabajando. Se están ideando un montón de herramientas para que, aunque sea de una manera telemática, pueda haber despedidas. Los entierros, los funerales,... todo este tipo de ritos es algo que los seres humanos hemos creado porque lo necesitamos para elaborar el duelo. Sin esas acciones nos es mucho más difícil, en un momento determinado, poder despedirnos de un ser querido, gestionar la emoción, sentir que la persona se va en paz y que hemos hecho todo lo que hemos podido. Es un problema que, todavía a día de hoy, no sabemos muy bien cómo lo vamos a gestionar. Aunque tenemos una experiencia previa con las guerras, donde la no despedida de familiares y no saber dónde se hallaban algunos cuerpos creó muchísimos traumas, mucho sufrimiento psíquico y, en ocasiones, situaciones que pueden desembocar en una descompensación psicopatológica de la persona, que se siente impotente de no